Fritjof Capra, Físico, Doctor en Ciencias por la Universidad
de Viena. Sus trabajos polémicos dentro de la comunidad científica han influido
significativamente en la formulación del nuevo paradigma ecológico, sobre todo
a partir de su obra "El punto crucial", publicado en 1982. Forma
parte de un movimiento de contestación radical a paradigmas científico
modernistas que agotaron la fuerza de su promesa, constituyéndose hoy en día en
limitaciones para la construcción de nuevos enfoques y formas de sociabilidad y
comprensión.
Se ha dedicado, junto a otros autores, a la importante tarea de difundir y
sintetizar los nuevos enfoques, descubrimientos e innovaciones de las distintas
ciencias, con el propósito de fundamentar una visión cultural que redefina
radicalmente los marcos de comprensión y de acción tradicionales, los cuales se
valoran como insostenibles en el mediano y largo plazo. Asimismo, ha propuesto caminos alternativos
para la comprensión de fenómenos complejos, explorando ámbitos que han sido en
muchas ocasiones descartados por el protocolo científico tradicional como son
la mística oriental, los estados alterados de conciencia, la consciencia
espiritual y la denominada Filosofía
Perenne (Morales, G).
ANÁLISIS
El autor se coloca en un contexto epistémico post-post
moderno. En el contenido del libro se evidencia cómo ha evolucionado la
mentalidad del hombre, la percepción que este tenía del mundo, y que ello ha
caracterizado cada una de las eras en las que ha vivido, hasta nuestros días.
Al describir la evolución de la mentalidad y de la visión del hombre, centra su
atención en lo humano por encima de cualquier otra evolución, por encima de
cualquier otro cambio material o
descubrimientos científico que se hayan
producido en las épocas que describe, coincidiendo con la epistemología
post-moderna donde los seres humanos son los principales protagonistas, que están en capacidad de cambiar su realidad
social, que se convierten en sujetos y objetos de todas las transformaciones
sociales que se produzcan.
Capra señala que esas evoluciones son continuas, donde sólo
cambian los protagonistas y las circunstancias. La primera y quizá la más
profunda de las transiciones que menciona el autores fue la decadencia del
patriarcado. La segunda transición está dada
por agotamiento de las reservas fósiles y la tercera la refiere a un Cambio de
Paradigma que trasciende el concepto del método científico como único enfoque
valido para llegar al conocimiento; la idea de Universo como 'sistema mecánico'
compuesto de bloques elementales; la vida en sociedad vista como una lucha
competitiva por la existencia, y el concepto de crecimiento tecnológico y
económico para obtener un progreso material ilimitado. Pero destaca igualmente
que estas evoluciones continúan y para le época que escribió el libro hacía
referencia a nuevas transformaciones, citando el análisis de Sorokin quien
señalo, en su momento, que la crisis con
que hoy nos enfrentamos no es una crisis cualquiera sino una de las grandes
fases de transición que surgen de forma periódica en la historia de la
humanidad.
En el libro también distingue otra característica de la
epistemología post-moderna al hacer un recuento de la evolución del
conocimiento, llena de altibajos, inconsistencias, vacilaciones y hasta incoherencias.
Al pasearse por el desarrollo del conocimiento nos evidencia que el mismo esta
muy ligado a los descubrimientos que se dan en las Matemáticas pero sobre todo
en Física, y de cómo la Física mecanicista y la Física cuántica han influido en
la percepción que el hombre tiene de la naturaleza y su entorno.
En este sentido,
busca darnos una nueva visión de la naturaleza, del contexto, donde el
hombre cambie de Paradigma, que pase de una visión mecanicista a una visión integral, social y
ecológica, que se pase de lo fragmentado a lo holístico, esto concuerda con
otra de las características de la epistemología post-moderna que concibe la
ciencia como una herramienta para mejorar
la calidad de vida del hombre y por ende mejorar a la sociedad en sus
diferentes aspectos.
Capra, en su libro Punto crucial, se centra en como la
visión mecanicista del mundo a partir de la aceptación de las teorías mecanicistas de Newton su
incorporación en todos los aspectos de la vida, llevo a una profunda crisis,
por esa visión desintegrada, entrando la sociedad en un punto crucial. Sin
embargo, el autor sostiene que las teorías esenciales de la visión del mundo y
el sistema de valores que están en la base de nuestra cultura y que hoy tenemos
que reexaminar atentamente se formularon en los siglos XVI y XVII, Antes del
1500, en Europa —y en la mayoría de las demás civilizaciones— predominaba una
visión orgánica del mundo, cuyos rasgos característicos eran la
interdependencia de los fenómenos materiales y espirituales y la subordinación
de las necesidades individuales a las comunitarias. La estructura científica
de esta visión orgánica del mundo se basaba en dos fuentes históricas de
importancia reconocida: Aristóteles y la Biblia.
En el libro analizado, se hace referencia de que nos
hallamos en un estado de profunda crisis mundial. Se trata de una crisis
compleja y multidimensional que afecta a todos los aspectos de nuestras vidas:
la salud y el sustento, la calidad del medio ambiente y la relación con
nuestros semejantes, la economía, la política y la tecnología. La crisis tiene
dimensiones políticas, intelectuales, morales y espirituales. Por lo que es
necesario cambiar la visión mecanicista de la vida a una visión integral, la
cual debe estar basada, en la
comprensión de las relaciones y dependencias recíprocas y esenciales de todos
los fenómenos: físicos, biológicos, psicológicos, sociales y culturales.
Resalta que la visión mecanicista cartesiana ha tenido gran influencia en todas
nuestras ciencias y en la mentalidad general de los occidentales. El método de
reducir fenómenos complejos a sus constituyentes elementales y de buscar los
mecanismos a través de los cuales se producen las interacciones de estos
elementos ha quedado tan arraigado en nuestra cultura que a menudo se lo ha
identificado con el método científico.
Capra, sostiene que
el paradigma, hoy en vías de
cambio, ha dominado nuestra cultura durante varios siglos y, en este tiempo, ha
modelado la sociedad occidental moderna y ha influido de manera significativa
en el resto del mundo, cuyos valores están
relacionados con varias corrientes culturales de Occidente (la
Revolución Científica el Siglo de las Luces y la Revolución Industrial),
incluyen el concepto del método científico como único enfoque valido para
llegar al conocimiento; la idea del universo como sistema mecánico compuesto de
bloques elementales; la vida en sociedad vista como una lucha competitiva por
la existencia y el crecimiento tecnológico y económico para obtener un progreso
material ilimitado. Asimismo afirma que durante las últimas décadas se han
podido constatar las severas limitaciones de estas ideas y valores y la
necesidad de someterlas a una revisión radical.
En este orden de ideas, el autor señala que, la mayoría de
los biólogos y médicos contemporáneos, entre otros, suscriben una visión
mecanicista de la vida y tratan de reducir el funcionamiento de los organismos
vivientes a mecanismos celulares y moleculares bien definidos. Siguiendo las
teorías de Descartes, se han concentrado excesivamente en las propiedades
mecánicas de la materia viviente, haciendo caso omiso de su naturaleza de
organismo o de sistema. Igualmente sucede en la
economía actual que se caracteriza por el enfoque fragmentario y
reduccionista, típico de la mayoría de las ciencias sociales. Por lo general,
los economistas tienden a olvidar que su ciencia no es más que un aspecto de
toda una estructura ecológica y social, un sistema viviente formado de seres
humanos que se relacionan continuamente entre sí y con los recursos naturales.
En consecuencia determina que las ciencias sociales cometen el error de
establecer la división de sus
estructuras en fragmentos que se consideran independientes y que se tratan en
distintos departamentos académicos. Así pues, los expertos en política suelen
hacer caso omiso de las fuerzas económicas básicas, mientras los economistas no
logran incorporar las realidades políticas y sociales a sus modelos. Este
enfoque fragmentario también se refleja en los gobiernos, en la división entre
la política social y la economía.
De lo anterior surge la necesidad de cambiar esa visión
mecanicista, fragmentaria y reduccionista de la vida por una visión integral,
holística y ecológica que considere al mundo desde el punto de vista de las
relaciones y las integraciones. Los sistemas están todos integrados y sus
propiedades no pueden reducirse a las de unidades más pequeñas. En vez de
concentrarse en los componentes básicos o en las substancias fundamentales, el
enfoque integral hace hincapié en los principios básicos de la organización. El pensamiento integral es un pensamiento de
procesos; la forma se asocia con el proceso, la interrelación recíproca con la
interacción, y los opuestos se unifican a través de la oscilación. Sin embargo
el autor deja en claro que las operaciones de tipo mecánico tienen lugar en
todo el mundo viviente, por lo que es necesario en ciertos casos considerar esta visión siempre y cuando no sea tomada
por una explicación completa.
Capra indica que, cuanto más se estudia el mundo biológico,
más se da uno cuenta de que la tendencia a asociarse, a entablar vínculos, a
vivir uno dentro del otro y a cooperar es una característica esencial de los
organismos vivientes, en este sentido cita las
palabras de Lewis Thomas: «No hay seres solitarios. Cada criatura está
de alguna manera, relacionada y es dependiente de las demás». Asimismo, Capra
indica que la visión integral de la vida no sólo sirve de base para las
ciencias vitales y del comportamiento, sino también para las ciencias sociales
y, especialmente, para la economía. La aplicación de estos conceptos a la
descripción de las actividades y procesos económicos es indispensable, pues
prácticamente todos nuestros problemas económicos actuales son problemas de
sistemas que resultan incomprensibles para la estructura cartesiana.
Igualmente se plantea en las líneas del Punto Crucial, que
probablemente la transformación que
experimentamos hoy sea mucho más espectacular que las sucedidas en épocas
anteriores, ya que la velocidad de cambio en nuestra época es mucho más rápida
que antes en vías de la gran extensión y universalidad de dichos cambios y de
la coincidencia de varios períodos de transición significativos. Por alguna
razón, las secuencias rítmicas y los modelos ascendentes y descendentes que
dominan la evolución cultural de la humanidad han logrado llegar a su auge al
mismo tiempo. La decadencia del patriarcado, el final de la era del combustible
orgánico y los cambios de paradigma del ocaso de nuestra cultura contribuyen
todos al mismo proceso global. Por tanto, la crisis actual no sólo es una
crisis de individuos, de gobiernos o de instituciones sociales sino también un
período transitorio de dimensiones universales. Como individuos, como miembros
de una civilización y como ecosistema planetario hemos llegado a un momento crucial,
a un punto decisivo.